Estados Unidos y China alcanzaron un entendimiento temporal que relaja parte de las medidas comerciales que tensaron el transporte marítimo en los últimos meses. El paquete incluye la reducción de ciertos aranceles estadounidenses vinculados a seguridad y comercio estratégico, la suspensión por un año de reglas que encarecían el ingreso de buques asociados a China y el congelamiento de disposiciones que afectaban a productores de minerales y componentes tecnológicos. A su vez, China levantó tarifas de represalia, flexibilizó licencias para exportaciones sensibles y retomó compras agrícolas, reduciendo el ruido regulatorio en ambos sentidos.
El efecto inmediato ha sido un regreso parcial a la normalidad operativa: mayor claridad en los itinerarios, menos restricciones para recalar en puertos y una oferta más disponible de naves, especialmente en segmentos como el transporte de crudo. Esto ha permitido una baja puntual en algunos fletes y una planificación más predecible para las navieras, que en las últimas semanas venían enfrentando sobrecostos y desvíos.
Sin embargo, la tregua tiene límites. La demanda en el comercio transpacífico sigue floja, los volúmenes entre China y Estados Unidos continúan por debajo del año pasado y para 2026 está prevista la entrada de capacidad adicional que podría amplificar la sobreoferta. Por eso, aunque el acuerdo reduce la presión y estabiliza el corto plazo, no corrige los factores estructurales que mantienen la volatilidad en el sector.
Para Ecuador, cuya logística depende en gran medida de servicios marítimos hacia Asia y la costa oeste de Estados Unidos, esta distensión abre una oportunidad para ajustar costos y reducir tiempos de tránsito. Los exportadores de camarón, banano, cacao y atún pueden aprovechar calendarios más estables para renegociar tarifas, flexibilizar contratos y combinar rutas directas con conexiones regionales. También conviene revisar clasificaciones arancelarias y documentación técnica ante los ajustes en normas estadounidenses relacionadas con seguridad y control de origen.
En el frente importador, sectores que traen maquinaria, electrónicos o insumos productivos podrían beneficiarse de licencias menos restrictivas, aunque será prudente mantener coberturas y alternativas logísticas en caso de que resurjan medidas más severas al término de la tregua.
A nivel portuario, la recomendación es acelerar la digitalización, mejorar la rotación de contenedores refrigerados y optimizar procesos de despacho para capturar eficiencias ahora que la competencia por espacio en las naves podría volver a intensificarse. En un contexto global aún incierto, una estrategia logística flexible y contratos con márgenes de maniobra pueden marcar la diferencia para sostener la competitividad del comercio exterior ecuatoriano.